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LA NATURALEZA DEL SOMA - PROYECTO VULVAS

Actualizado: 22 mar 2020

El verdadero empoderamiento es adueñarnos de nuestro placer


¿Quién soy yo?

Mi nombre artístico es Irini Iliopulu, tengo 22 años, soy fotógrafa autodidacta y voy en camino a ser psicóloga-sexóloga con perspectiva de género. Todo mi trabajo se encuentra interconectado y mi objetivo siempre es, no solo visibilizar a través de mi trabajo fotográfico, sino también informar y concientizar sobre algunas temáticas que siguen censuradas.

Mi interes mas grande desde chica es el placer femenino. Desde pequeña siempre fui muy curiosa respecto a la sexualidad. Recuerdo masturbarme desde que tengo conciencia, no entendía qué pasaba, pero sentía un cosquilleo constante ahí abajo que sólo desaparecía si me estimulaba rítmicamente el clítoris hasta llegar a esa descarga de tensión; el orgasmo. Podía estar todo el día tocándome, de hecho estaba todo el día tocándome. Boca arriba, boca abajo, con las manos, frotándome con la almohada o con una mesa, con el chorro de agua o con cualquier cosa que ayude a aliviar esa tensión. A medida que fui curioseando, fui comprendiendo más y más la sexualidad. Mi curiosidad no quedaba solo bajo las sábanas sino que siempre terminaba hablando sobre sexualidad entre mis pares. Recuerdo que en 3er grado le pregunté a mis compañeras de colegio si también tenían una “campanita” colgando ahí abajo; cada una lo llamaba de distinta manera, pero al menos todas lo habíamos notado. De hecho todas sabíamos que esa famosa campanita al tocarla nos producía algo extraño. No recuerdo bien cómo, pero de pronto con mis amiguitas nos juntábamos a hacer eso que nos daba placer pero que sabíamos que en ello había algo del orden de lo prohibido. Solo recuerdo que estábamos desnudas todas juntas, nos besábamos con la pared, nos frotábamos con almohadas y si escuchábamos que se aproximaba un adulto nos vestíamos rápido.

Ya cerca de los 10 años, por escuchar a mis compañeros varones hablar, conocí el porno. Muerta de curiosidad pero sabiendo que tenía que ser cuidadosa, les pregunté cómo hacía para borrar los rastros y ahí me enteré del historial, la memoria caché y las cookies. Esperaba que todos los miembros de mi familia se duerman para buscar palabras en google que me hagan llegan a paginas porno. Al principio todo me excitaba, hasta que me puse más exquisita. Del porno heterosexual sólo me excitaba la idea de ser yo el hombre quien penetre a esas mujeres; luego encontré la categoría de sexo lésbico y encontré el paraíso. Recuerdo cuando vi por primera vez un dildo en un video y desde ese día empezó la cuenta regresiva para tener 18 años, tener un trabajo y con mi primer sueldo comprarme un vibrador. Comencé a investigar sobre ellos y enloquecí por la variedad de juguetes sexuales que existen. Desde ese día me dije a mi misma “Cuando sea grande voy a tener una caja muy grande llena de juguetes sexuales con diversas funciones y darlos a conocer a todas las personas con vulva”. A los 12 años encontré lo más parecido a un vibrador: un cepillo de dientes eléctrico. Después de esa experiencia maravillosa no paraba de repetirme “Si el sexo es mejor que esto, quiero tener sexo ya”. Tenía muchas ganas de experimentar, pero era muy tímida, así que empecé a leer notas sobre experiencias sexuales, consejos, etcétera.

15 años y se acercaba mi primera experiencia sexual con mi novio de ese entonces. Recuerdo que busqué muchos videos sobre sexo oral para intentar hacerlo bien. Llegó el día y sentía unos nervios conchales enormes. Sentí una leve presión en mi vagina mientras mi pareja empezaba a penetrarme pero a los minutos ya dejó de molestar. Finalizado el acto sexual sentí una desilusión muy grande porque no se parecía en nada a lo que me pasaba cuando me tocaba sola. Por muchos años sentí que mi cuerpo no funcionaba bien; todas las mujeres con las que hablaba en ese momento me describían sus experiencias sexuales en compañía de otra persona como sumamente placenteras y llenos de orgasmos múltiples. Cumplí 18 años y desesperada por buscarle una explicación a la disminución del deseo sexual. Acudí a una ginecóloga y le pedí que me dé una orden para realizarme un examen hormonal. Todo salió normal, entonces tuve que descartar mi teoría de que mi baja libido era resultado de baja producción hormonal Se me ocurrió buscar una sexóloga, y lo primero que le dije es “Creo que soy asexual”. Con el tiempo descubrí que en realidad solo tengo dificultades para llegar al orgasmo con otra persona y que esto es sumamente normal debido a que ninguna otra persona conoce mi cuerpo tan bien como lo conozco yo. Claro que también en mi desarrollo sexual hubieron bastantes eventos traumáticos que interfieren en mi sexualidad, pero la culpa se la asigno a las expectativas que me generó el porno sobre el sexo. Mujeres gimiendo a los gritos al primer contacto del pene con la vagina me hicieron creer que mi cuerpo funcionaba mal porque no pedía a gritos que me penetren. Claro, no nos enseñan que nosotras necesitamos tres veces más volumenes de sangre para generar la congestión vascular genital adecuada, es decir que requerimos el triple de tiempo que a los hombres para estar realmente excitadas. La excitación se manifiesta en nuestro cuerpo con una vasodilatación genital que permite la erección del clítoris y la lubricación de la vulva y la vagina. En fin, todo esto es una introducción de cómo empecé a tomar contacto con la sexualidad y de toda la información que considero necesaria para un desarrollo sexual pleno.


¿Qué me llevó a realizar este proyecto?

Hay un ideal colectivo de que tenemos que ser perfectas por donde nos miren; no solo tenemos que ser sofisticadas, flacas, pero no tan flacas porque sino nos adjudican trastornos alimenticios, tampoco tan flacas porque una mujer sin carne para agarrar no es atractiva; entonces curvosas, pero no tan curvosas porque sino no conseguimos jean que nos entren, pero tampoco tan curvosas porque sino fomentamos la obesidad; también tenemos que tener unas la cantidad justa de culo y tetas, y hasta tenemos que tener la concha como en el porno: depilada, rosada, con labios simétricos porque sino parecemos “un sanguche de jamón cocido” según una imagen viral de internet que comparten los raúles que hasta la usó un cirujano vaginal para hacer publicidad acerca de su tan aclamado trabajo: un rejuvenecimiento vaginal. Si, hay mujeres que se someten a una cirugía láser para tener una concha tan perfecta como las que vemos en el porno. De hecho, según el Servicio Británico Nacional de Salud y la Sociedad Americana de Cirugía Plástica la vaginoplastia de rejuvenecimiento es la cirugía de mayor incremento en el último año y hasta hay blogs femeninos que las recomiendan para tener una vida sexual más placentera.


Además de tener un odio particular hacia nuestro cuerpo por ser mujeres producto de los estereotipos, también caemos en otras demandas sociales: debemos ser funcionales a la sociedad estando prolijas hasta mientras dormimos, siendo exageradamente educadas al punto de tener que sonreír mientras alguien nos está acosando, tener deseo sexual suficiente para satisfacer a un varón pero tampoco tanto porque si nos manejamos como un varón promedio, pasamos a perder el respeto por nosotras mismas y a causarles rechazo.

En fin, a medida que fui hablando con muchas chicas, me asombró que tales inseguridades físicas condicionan la forma en la que viven su sexualid

ad, no solo con otras personas sino que también con ellas mismas. De pronto, hay quienes tienen tanta vergüenza con el aspecto de su vulva que no se masturban, no se animan a que otra persona las observe totalmente desnudas o solo acceden al sexo oral si están las luces apagadas. En ocasiones, estas inseguridades vulvares aparecieron por culpa de un troglodita que hizo algún comentario o burla de la forma o color de la vulva, o en otras también, factores como experiencias sexuales traumáticas pueden influir directamente con la relación de alguien con su genital. Es por ello que todo este proyecto es, no solo para brindar educación sexual integral, sino para que todas aquellas personas con vulva que tengan inseguridades o les hayan arrebatado el propio placer, darles las herramientas para poder conocerse, quererse y apropiarse del placer.


Comencé sacándome autorretratos vulvares y luego organicé vulveadas donde vinieron varias conchas a posarme.


VULVEADA





Como las tetas son zonas de conflicto, también decidí fotografiarlas.


Gracias C41 PHOTO por el revelado y a todas las personas que lo hicieron posible.

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